Las copas de vino han ido cambiando a lo largo de los tiempos, el uso adecuado del cristal permite la fabricación de copas que ayudan a apreciar adecuadamente las características de color y aromas que acompañan al deleite de los caldos.

A los invitados del antiguo Egipto, les ofrecían copas de vino que podían tener diversas formas y materiales, desde el sencillo cuenco hasta sofisticadas copas de cerámica, bronce, latón e incluso plata. Para la aristocracia o los generales del ejército, las copas se entregaban de plata. Los menos pudientes utilizaban copas de barro. Era normal ofrecer copas de vino al comienzo de las celebraciones o banquetes y se bebía también durante la comida.

EVOLUCIÓN DE LA COPA

Durante la edad de Bronce, los pueblos del sudeste de la península ibérica, realizaron copas con arcilla cocida. Eran objetos característicos de los ajuares funerarios de dicha civilización.
Más allá de los bastos recipientes de madera o bronce, romanos y fenicios usaban una única copa para toda la familia, que se colocaba en mitad de la mesa para uso de todos. Debido a su alto precio, sólo las familias ricas podrían permitir una, normalmente de lujo y muy pesada.
La aparición de la técnica de soplar el vidrio, permitió que e extendiese el uso de las copas para beber vino, aunque seguían siendo objetos frágiles. En el Renacimiento aparecieron diseños espectaculares con nuevos materiales; ya partir del siglo XVIII el vidrio fue dejando su sitio al cristal, más brillante y maleable.

LA COPA DE VINO MÁS CARA DE LA HISTORIA

No queríamos cerrar este post, sin antes contaros una curiosidad de lo más interesante. ¡Prestad atención!
Durante una cena, Cleopatra, llena de vanidad se apuesta con Marco Antonio que ella puede comer la riqueza entera de un país en una sola cena. Marco Antonio, que sabía que ella era muy espléndida en sus fiestas y comidas, aceptó viéndose ganador de la apuesta y la aceptó.
Llegado el día de la fiesta y aunque la comida resulta ser deliciosa y muy extravagante, a Marco Antonio no le parece que pueda equivaler a la riqueza de un país y se siente muy confiado de haber logrado ganar la apuesta. “El banquete de Cleopatra” de Tiepolo (1744)
Pero Cleopatra tenía reservada una sorpresa. La astuta reina se quita uno de los pendientes que sujetaban enormes perlas que portaba para dicha ocasión, y rompiéndola la muele y la disuelve en su copa de vino y se la bebe. Según Plinio, historiador del siglo I, estas perlas tenían un valor de un millón de onzas de plata. Hoy en día, cada perla de las que llevaba Cleopatra, estaría valorada en unos 4,5 millones de euros. Por lo que la reina ganó la apuesta a Marco Antonio.
En la actualidad hay muchas bebidas que llevan oro en polvo, y otro tipo de materiales preciosos, para darle un toque lujoso. Y vosotros, ¿os beberíais una copa de vino con oro disuelto? 😉

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